Esas molestias son un elixir revitalizante para el muermo,
son el pan y la sal de los que alumbran circo y toros en su vida.
Las burlas, la críticas y las ambiguedades albergan más poder que toda la lírica del Parnaso:
para eso sí pagan los señores, para hecerme callar o calumniar,
para hacerme escupir verdades como si fueran mentira, y mentiras como si fueran verdad.
Créame, sé de que forma se puede tener al mundo en la palma de la mano,
en el ojo del huracán de su ombligo arremolinado.
Lo único que hago es esperar el momento adecuado, y entonces
cualquier gansada vale, cualquier verdulería dicha con gracia, cualquier desparpajo
aunque se eriga sobre los cimientos del fango amedentador, del disimulo delincuente.
Presto oido, mantengo los ojos abiertos, recabo informaciones,
estoy al mismo tiempo en todas partes y en ninguna, disfrazado de espía ganster,
como un bufón de opereta tragicómica,
me honro en saberlo todo maese, todo, para eso tengo a mi familia como
una red de espías ociosos, que juegan con lo privado de la gente,
y se amasan ciudades de ludico canibalismo entre las ruinas .
Todo lo sé la verdad y también la mentira, todo sé menos quien soy yo,
de tantas veces que me he disfrazado de mil cosas, engañosas para el alma imprecavida.
La persona alrededor de la cual tejo mis redes lo pasa muy mal, pero yo acabo
pagandolo más caro aún, mi degradación no tiene escapatoria que la salve.
De vez en cuando actúo al azar, y solo en esas ocasiones me siento algo humano,
pues percibo la posiblidad de perder en buena lid, y no en las sucias trampas,
sobre las que he edificado una existencia tenebrosa y que me vacía el poco espíritu
que aun queda en las entrañas podridas de mi conciencia.
con la colaboración de Hella S. Hasse
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