Por las nubes de mi sangre galopan autopistas de caballos
azules;
los ves desde el alto balcón de tus ojos, como si fueran
hormigas soldado.
Y no sabes que ese cobalto de azur es el color de la vida
para algunos.
La única vida
formícida que tienen
y de la que se aprovecha el chulo gracioso de turno
pisando con su bota de poder, la casa frágil de la vida
Por eso bebes por la herida paraísos de neon,
y te ríes sin recato de los que infringen maniáticas
memeces,
con poderosa razón te
toman el pelo y se ríen de ti
porque no te afeitas, y ellos en cambio, no sudan por las
axilas,
pues no les corre sudor por las piscinas del alma.
Beben vinos caros y estafan al fisco muy de guante blanco,
están enchufados en puestos de medio pelo o de pelo y medio,
y todavía presumen.
En los tiempos en que había vergüenza a esos se les llamaba
chupatintas,
mequetrefes,
chisgarabís,
petimetres,
botarates,
botarates,
lechuguinos.
Son burgueses de alto y nuevo cuño,
no como tú, colgao en tu pasado de bucólica heroicidad
.
Pero una revolución llegará
y se llevará la mierda como los ríos se llevan el barro.
y se llevará la mierda como los ríos se llevan el barro.
Sin preguntas.
Porque hay bosques de
oxigeno esperándonos, respirando por nosotros,
solo por nosotros,
asfixiándose,
crucificándose por esta humanidad sin tino,
que vive debajo de nubes de hormigón y ácido.
El toldo dorado ya no nos protege, se ha vuelto en contra
nuestra.
Solo nos defienden de sus enemigos fantasma los dueños de
los periódicos
de rancio , esquivo y cerril abolengo
con campañas antitodo y antinada.
Hay lápidas de asfalto aplastando la nube del marfil de
memorias sagradas,
de las selvas de ortigas, y toda la aristocracia de monedas crápulas,
con sus malas compañías verdecidas sin amor.
Busca un lugar en esta estepa de colores y atrinchérate en
tu bunker,
pues nos esperan tiempos difíciles para las buenas gentes
del campo
que nunca renegaron de sí mismos.
Y no apagues el televisor
o te perderás la noticia del fin de un mundo sin arrugas.
Será la señal de que volvamos a los campos,
a vivir como hombres decentes.
a vivir como hombres decentes.
Volver a la tierra
que nos ama,
y dejar estos antros llenos de hormigón en las almas
y ruinoso vacío en los cerebros.
y ruinoso vacío en los cerebros.
Hasta el glorioso día en que los revoltosos davides
quememos,
todos juntos,
el carné del club de los idiotas.
Álvaro Pérez
2008-07-21
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