
Ultimamente se habla mucho del relato. Desde unas trincheras, se dice, que los de la otra trinchera les han robado, con oportunismo y listeza zorruna, la capacidad para construir un relato sobre la España histórica más reciente. Pero también sobre la totalidad de la historia de España y sobre la economía. Sobre lo que es viable o no en economia. Estamos bastante hartos últimamente de escuchar desde ciertos lugares del espectro seudocientífico de la intelligentsia económica, como nos aburren con que determinado tipo de políticas son una utopía, irrealizables. Y más cuando nunca se han probado en conjunto armónico y coordinado, en gran medida por obstrucción de estas fuerzas detractoras. Mientras tanto, el relato o teoría de estas fuerzas críticas, se ha mostrado en la realidad ya totalmente caduco y letal en la más cruda realidad. Pero ellos siguen imperturbables, porque el desaliento les dejaría sin las ganancias que la pobreza general les procura.
En cuanto a este relato, o al relato periodistico de cada día, y sobre todo al relato total sobre la historia de España, no es lo más importante encontrar un relato alternativo y válido que sustituya a uno caduco, trasnochado, rancio, pringoso, redundante, estéril, y por encima de todo injusto. Y más aun tendencioso y falto de rigor. Porque el problema ya a estas alturas, más que el propio relato, que es fundamental, es el mensajero, el relator. Normalmente no se le da ninguna importancia.. Se habla de la injusticia de matar al mensajero. Sobre todo se trae esa queja a colación, faltaría más, por el gremio de los mensajeros. Pero es que hay mensajeros que ya han perdido toda credibilidad, y sobre todo cualquier legitimidad, para ser elegidos o considerados por la sociedad como los narradores de nuestra historia. Toda una patulea de tertulianos y columnólogos pícaros ( lo más pícaro, picaresco y letal para trepar o/y matar en la corte), y de buhoneros con mucha PRISA por colarnos su cuento del abuelo. Se han puesto claramente al descubierto sus intenciones y sus intereses a la hora de contarnos su relato bien urdido. Y ya nadie que no piense un poco les puede creer. Ellos siguen alegando, como Varys, qué sería del estado, de la cohesión nacional, sin ese relato (para Petyr Baelish es una mentira que han ido contandose de generación en generación, y haciendo como que se la creían). Solo que lo que busca Petyr Baelish es el caos para pescar en rio revuelto, donde no caben historias ni sabios que investiguen la verdad. Ninguna clase de verdad, ni siquiera una teórica y supuesta "verdad", interesada por el bien común. Para Meñique solo vale el caos de luchar por quien miente mejor para sus propios intereses (la supervivencia del más apto, a la hora de tener menos escrúpulos).
Pero todos los que seguimos atentos y alertas a los relatores oficiales y de cámara, nos damos cuenta que su relato hace tiempo que no tiene, ni busca, ningún fruto para el bien común, sino para su propia causa espúrea y torcida, de saciar los apetitos indecentes de sus amos.
Hasta se pueden contar historias verosímiles sobre OVNIS, FANTASMAS, ÁNGELES, HADAS, COCHES INTELIGENTES; sobre todo lo imaginable (luego está el libre albedrío de cada uno para decidir creerselas o no). Pero lo importante es la legitimidad de conocimientos, fuentes, intenciones y fines que busquen esas historias.
En estos momentos, repito, tan importante o más que el mensaje, es el mensajero. Demasiadas veces he visto en mi vida suicidarse profesionalmente a los mensajeros, solo por la urgencia de seguir en su sillón, contandonos sus descaradamente interesadas historietas. Los Lord Varys, con su condicionadamente desinteresada razón de estado, o los Petyr Baelish (con su cínico interes de trepadores y medradores profesionales), nos cuentan su historieta. Pero casi todos somos como una inocente Samsa, intentando descifrar la verdad a través de sus palabras torcidas, y colar la nuestra entre ellas. Petyr Baelish (Meñique) le dice a Samsa, cuando ve que ella quiere sobrevivir aprendiendo a mentir en la corte:
-Mira alrededor tuyo chiquilla, aqui todos somos unos embusteros. Y todos y cada uno de nosotros mentimos mucho mejor que tú.
SER SINVERGUENZA
La vergüenza puede ser en ciertos casos
una señora a la que
nunca te presentaron.
Y si lo hicieron, no quisiste ligar con ella,
quizá porque tenía la maldita costumbre
de escupir la verdad en tu cara.
La vergüenza, si acostumbras
a vivir sin argumentos,
es una tía con la que no querrás bailar nunca.
Solo es una compañía ideal para otear vergüenzas ajenas,
secretos con los que nadie te dio cita,
por ese agujero voyeurista que usan los desnortados.
Hay otra vergüenza que es vergüenza ajena
y de la que la gente de mejilla ágil es adicta.
Se la presentaron muy temprano,
rumiando todavía
algún recuerdo mamoncete,
y sorben de ella como lampreas
con bulimia.
La chupan en papeles de brillo en casquería,
y son también adornos que llevan a diario,
como vehículo de moda
en
convivencia intemporal .
Pero en lo relativo a
la vergüenza,
a la vergüenza propia,
es una emoción con
sensaciones,
que a muchos nos presentaron algún día.
que a muchos nos presentaron algún día.
Pero es incómoda, es dura,
es muy cicatera con
las alabanzas,
y se empeña en buscar por un incómodo agujero
que mira siempre hacia adentro.
Suele odiar la adulación, y no practica el cotilleo,
ni siquiera a través de la corriente cableada
que ensambla curiosidades malsanas, a veces,
a través de canales de onda insólita espectral.
Será bueno que algún
día,
si eres un ser de esos,
de grueso y vacuo espesor en los anhelos,
preguntes por ella,
o sugieras que te la presenten con su verdadera cara.
pero leal, y no hace distingos.
Aquí está, aquí te la presento, a mi me sobra.
Está cerca, la llevabas siempre a tu lado,
pero nunca quisiste charlar con ella.
Hazlo ahora, hacedlo los seres novatos, es muy sano,
pero aviso de nuevo,
es un espejo que
demasiadas veces
os gustará romper a
pedazos,
como si esa imagen no
fuera nadie.
Yo me rompí así
varias veces,
hasta que logré atravesarla con los ojos.
Si la veis por primera vez y os reconocéis,
os dominará, ya lo dije, el deseo de destruirla,
para no admitir que había espinas
en la rosa de cartón que era esa vida.
Para hacer con sus añicos un cómodo sofá,
y que no la conozca ni una inexperta vergüenza.
Si no te presentaron a la señora vergüenza,
te acostumbrarás al ligue volátil,
a disimular tu fealdad con la excusa de un día malo,
o una mala noche solo,
y tu pobreza la vestirás,
haciendo volatines en las nubes.
Quizá encuentres una compañía con caché
y poco oficio muy
decorativo,
para con su escudo, contarle a la
primera minifalda,
que vas a reflotar
tres bancos,
comprando palomas de oro, y cigüeñas que hablen bronces.
Si no te presentaron
a la señora vergüenza,
puedes robarle al vecino hasta las tripas y reírte,
y llorar luego a la
vez, porque un ladrón de poca monta,
te robó un reloj de mercadillo.
Si, pongamos, eres una raja de carmín,
sombreada con faldas y a lo loco,
sombreada con faldas y a lo loco,
una tía de talante fresco interclasista,
y sin arrugas de conciencia,
alegaras que te cuesta sudar sangre
vivir del machismo de los hombres.
Que tu ropa la persigue Moda-Shopping,
y tus piernas son un arte sol Corinto.
Todo esto haréis si
no miráis a vuestro lado,
y veis un ser de hielo y fuego que os pregunta,
..”qué, cómo, dónde, cuándo, por qué tú”,
al que seguís empeñados en no dar la mano,
por terror a que os
lleve hacia el camino
que va directo a la puerta
que atraviesa el desencanto.
APHU
2013-11-06

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