Finges ser de mi, mientras estás con otros,
mentras estás en otro mundo, hollado entre las pérdidas.
Eres una meiga escondida en el sombrero
que agranda tu tallo hasta el cielo.
Quieres ser de todos para no ser de nadie;
por qué estás siempre tan dentro
si las calles
que me habitan no se
asomaron aun
al barranco
despechado de tu boca.
Somos dos pares de labios en crisis permanente,
somos besos que
murieron sin dar a luz la piel del mundo.
Somos la bella y la
bestia que se escriben despedidas
para así nunca perderse de vista, ni
la pista.
Para perdernos en la noche sin tiempo, del engaño
que es ser en otro ser, que
no conoces, salvo para respirar.
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