Isabel de Carvajal, La serrana de la Vera
Se atribuye la existencia de La serrana de la Vera al pueblo de Garganta la Olla, en el cual vivía familia Carvajal, a la que pertenecía Isabel. Esta iba a casarse con un sobrino del obispo de Plasencia, sin embargo, este hecho comprometía su carrera eclesiástica, y en el último momento la abandonó, condenando a Isabel y a su familia a la deshonra eterna. Desde aquel momento, y como venganza, Isabel abandonó su hogar y se lanzó a la sierra, donde repudió a todo hombre. Los arrastraba a la fuerza a su cueva, donde después de gozarlos los mataba. Cabe reseñar que en conmemoración a las víctimas que murieron a manos de la Serrana de la Vera, se erigió una cruz en lo alto de la torre de Garganta la Olla. Además, también en esta localidad, puede verse la casa de la familia Carvajal, donde vivió la Serrana hasta el momento de su deshonra.La Serrana como mito
Probablemente debió de existir con anterioridad a los romances una leyenda sobre la Serrana. En dicha leyenda presentaría diferencias con la descrita en la mayoría de los romances. Ya en el siglo XVIII D. Pedro Vicente de Thegeda habló de una antigua leyenda sobre una criatura monstruosa de doble naturaleza, humana y animal (como tantas criaturas existentes en muchas culturas, como sirenas, esfinges, sátiros, faunos), que vivía en una cueva en la Sierra de Tormantos, aunque aún no daba el nombre de “serrana” a la criatura. En algunas versiones del romance es descrita como una criatura mitad yegua y mitad mujer, lo mismo que en otras se menciona que ésta nació fruto de la unión entre un pastor y una yegua, lo que concordaría con aquella descripción de ser mixto. En la Sierra de la Vera pasaba el verano, trasladándose al Puerto de La Serrana, en Monfragüe, en invierno, donde vivía en otra cueva.En algunas versiones de la tradición oral altoextremeña moderna, de hecho, la Serrana aparece como un ser encantado, sujeto a diversas transformaciones en animales debido a una maldición.
Una posible prueba de la supuesta dimensión mitológica primitiva de la Serrana sería su parentesco con la Chancalaera hurdana.
El mito se correspondería con el modelo femenino de divinidad de los montes, de los que la Serrana es numen guardián y protector. Por su espíritu agreste, su belleza y su afición a la caza podría asemejarse a una Diana o Artemisa. Por habitar en cavernas podría asimilarse a divinidades como Mari en la tradición vasca. Sin embargo sus criminales actuaciones le otorgan cierto perfil monstruoso, pese a su aspecto físico atractivo. Se la describe como una mujer recia, grande, o incluso gigantesca. También en ese aspecto está dotada de una fuerza sobrehumana. En Piornal identifican una enorme piedra como arrojada por la Serrana. Publio Hurtado cuenta cómo un hueco en forma de pie excavado en una roca cerca de Garganta la Olla es descrito como una enorme huella de la Serrana (existe de hecho otra leyenda sobre una huella de la Chancalaera en las Hurdes), contándose que al mismo tiempo que plantaba el pie allí plantaba el otro en un cerro que distaba de allí un kilómetro (lo que también la emparenta con la Chancalaera, a la que se le supone capaz de dar zancadas prodigiosamente largas). Estaría, por lo tanto, relacionada con criaturas mitológicas de diversas culturas a las que se le atribuye la formación de accidentes naturales.
Los pueblos donde más pervive la dimensión mitológica de la Serrana son Piornal y Garganta la Olla, donde se presentan sendas cuevas de la zona como vivienda de la Serrana.
Según algunas versiones la Serrana únicamente atacaba en los días de luna llena (como a veces ocurre en los casos de licantropía).
Hay además autores que opinan que esta leyenda se corresponde con un mito pastoril: el hecho de poseer dos cuevas según contaba D. Pedro Vicente de Thegeda, una en Tormantos y otra en los riberos del Tajo, que se ocupan en diferentes épocas del año, hacen pensar en la trashumancia tan practicada hasta hace poco en Extremadura. Esto explicaría el hecho de que en las inmediaciones del Puerto de La Serrana, muy cerca de Villarreal de San Carlos y del Monfragüe sean muy conocidos los romances y leyendas sobre este personaje. En esa zona sitúa otro historiador de la época, Antonio Ponz (1774) un total de 28 cruces, todas ellas pertenecientes, según la tradición de aquella época, a hombres muertos por la serrana, y que el historiador atribuye simplemente a la acción de los bandoleros, muy abundantes en otras épocas por la zona de Villareal. De hecho, Carlos III de España fundó Villareal con propósito de asentar población y acuartelar tropas que combatiesen a todos aquellos bandidos que se habían hecho amos y señores de aquellas tierras, siendo frecuentes los asaltos a todo el que se atreviese a pasar por ellas.
Incluso hay tradiciones que colocan a la Serrana directamente como una bandolera más, con su cueva ubicada en las cercanías del Salto del Gitano, lugar donde fue apresada, descubriéndose los grandes tesoros que guardaba en ella.
Todo esto, junto con el hecho de que la Sierra de Tormantos y el Monfragüe han estado unidos por vías pecuarias, recorridas durante mucho tiempo por ganado de la Mesta de uno a otro lado, hacen pensar que es un mito ligado a la cultura pastoril. Al igual que seguramente la trashumancia fue lo que extendió las versiones del romance de la Serrana por toda la geografía peninsular.
La Serrana literaria
La Serrana folclórica fue transformada en personaje literario por autores como Lope de Vega o Luis Vélez de Guevara, además de en la adaptación “a lo divino” de José de Valdivieso. Es conocida la habilidad de Lope de Vega para crear adaptaciones teatrales a partir de romances o leyendas.En el proceso adaptativo el personaje ha sido transformado hasta resultar prácticamente irreconocible. El parecido es escaso, salvo en el nombre. Para otorgar credibilidad, atractivo y cierta profundidad psicológica al personaje, los autores tuvieron que reinventar la historia hasta crear una trama argumentativa verosímil, ubicarla en un marco espacial y temporal, darle el conveniente ambiente social, añadir intrigas amorosas… etc.
En “La Serrana de la Vera o de Plasencia”, de Lope de Vega, la acción se desarrolla en época del emperador Carlos I. Leonarda es el nombre de su protagonista. Pertenece a una noble familia de Plasencia. Debido a un desengaño amoroso, la hermosa doncella escapa a las sierras de la Vera, instalando su morada cerca del camino real a Talavera. Refugiada en lo abrupto de los montes, comete una serie de tropelías. No tardará en prenderla la justicia. La trama acaba con el perdón de la arrepentida mujer y con el consiguiente casamiento.
La Serrana de la Vera de Luis Vélez de Guevara, es posterior a la de Lope. Por consiguiente, es de suponer que el autor conocía tanto el romance como la obra de Lope de Vega, lo que le empujaría a tratar su obra de manera diferente, acercándose un poco más a la tradición y a una acción más acorde con la línea del romance. La protagonista en este caso se llama Gila, y es natural de Garganta la Olla. Esta mujer está provista de una serie de atributos por los que es conocida en toda la Vera. Ningún hombre osa competir con ella en deportes rurales: carreras de caballos, caza, lucha, salto, lanzamiento de barras, etc. Hasta presume de su “hombría” en algunos fragmentos de la obra, pese a que es de una extrema belleza femenina.
Su atractivo físico acaba llamando la atención de un capitán que se hospeda en casa de su padre Giraldo. Éste la seduce y más tarde la abandona. Tal desdén provoca que la aldeana planee una venganza contra él, una venganza que hace extensible a todos los hombres. Gila huye al monte y actúa en él como una bandolera. La obra tiene un final trágico, con la muerte de Gila tras cumplir su venganza. En la última parte de la obra se sigue bastante fielmente el romance.
Wikipedia
Segun Fernando Borrero:
en la actualidad, el pueblo natal de la Serrana, Garganta la Olla, rinde anualmente homenaje a su hija más sanguinaria y conocida a través de representaciones teatrales. De este modo, los garganteños evocan cada año un célebre episodio de su pasado, evitando que caiga en el olvido.
Legua y media de Garganta
cinco leguas de Plasencia
habitaba una serrana,
alta, rubia y sandunguera.
Vara y media de cintura,
cuarta y media de muñeca,
con una mata de pelo
que la los zancajos le llega.
Cuando tiene sed de agua
se baja pa la ribera
cuando tiene sed de hombre
se sube para la sierra.
Vio venir a un serranito
con una carga de leña,
le ha agarrado de la mano
y a la cueva se lo lleva.
No le lleva por caminos
ni tampoco por veredas,
que le lleva por los montes
por donde nadie la vea.
Ya trataron de hacer lumbre
con huesos y calaveras,
de los hombres que ha matado
aquella terrible fiera.
Ya trataron de cenar
una grandísima cena,
de conejos y perdices,
de tórtolas halagüeñas,
- Bebe serranito bebe,
agua de esa calavera,
que puede ser que algún día
otro de la tuya beba.
Ya trataron de acostarse,
le mandó cerrar la puerta
y el serrano como tuno,
la ha dejado medio abierta.
- Serranito, serranito
¿sabes tocar la vihuela?
- Sí señora sé tocarla
y el violín si usted quisiera.
Le ha dado una guitarrita
para que tocara en ella,
al son que ella se durmiera
la guitarra respondiera.
Al sonar esa guitarra
se ha quedao medio traspuesta
ya que la sintió dormida,
se ha salido para afuera.
Y al ver que no está el serrano
se puso como una fiera,
y al ver que no estaba allí,
excava, bufa y patea.
Legua y media lleva andada
y sin menear la cabeza,
otra legua y media anduvo
y ya volvió la cabeza.
Cogió una china en su honda
que pesaba arroba y media,
y de brío que llevaba,
le ha tirado la montera.
- Vuelve, serranito, vuelve,
vuelve atrás por tu montera
que es de paño fino y bueno
y es lástima que se pierda.
- Si se pierde que se pierda,
yo atrás no voy a por ella,
mi madre me compra otra
y si no me estoy sin ella.
- Por Dios te pido serrano,
que no descubras mi cueva
y si acaso la descubres
maldición que te cayera:
tu padre será el caballo,
tu madre será la yegua,
y tú serás el potrillo
que relinche por la sierra.
A la mañana siguiente
el serranillo dio cuenta,
acudieron todo el pueblo
para apresarla en la cueva.
- Yo no tengo miedo al pueblo,
ni a otros miles que vinieran,
sólo temo aquél viejecito
que sé que mi padre era,
y para que me matéis vosotros,
me mato yo con las tijeras.
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