miércoles, 25 de febrero de 2015

EL AGUJERO HOBITT.-



Ayer flotaban en el ambiente del Congreso ciertas palabras de novelas  inmortales, que en el momento  en el cual mi memoria me las trajo a colación, parecían haber sido escritas para los seres más mediocres. Rajoy habla con la suficiencia de los prepotentes, de los que se dicen, falsamente, modestos y humildes. La falsedad se desprende de su tono, de su gesto, de sus palabras, de su forma de tratar al adversario.   Es como un humilde y mediocre hobitt (un Bilbo, abducido ya, por la mente en sombras de Gollum, lengua de serpiente) de los que nos pinta Tolkien en sus historias, que hubiera robado el anillo mágico, el pedrusco más amado y cuidado del tesoro de un dragón  Smaug. Y éste, a su vez, le hubiera convertido, en un  auténtico  energúmeno  en el trato  personal con los vecinos.

“En un agujero de suelo, vivía una vez un hobitt. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco  un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que  sentarse o que comer: era un agujero hobitt, y eso significa comodidad.”

En esa comodidad de agujero hobitt, parece instalado Rajoy con sus planos del tesoro, que son las estadísticas. Son una parte de su esencia vital, casi como la sangre. A veces parece que Rajoy y su ralea se alimentan de estadísticas y por eso no engordan tanto. Son ellas las que engordan o adelgazan a voluntad del usuario. Esas con las que ha  hecho amago de decirnos que  ya sabe que no son el oráculo,  pero que no hay otra herramienta. Para Rajoy todo lo que no es su estadística es plagio o un eslogan. Me pregunto entonces, que hacían los gobernantes cuando no  existían las estadísticas. Es verdad que las utilizan todos, y todos las sacan  a la luz en el punto que les conviene. Pero la diferencia es que hay otros que no están instalados, o no tanto,  en su agujero hobitt. No sé cuanta gente podrá presumir o  maldecir  un momento en el que haya visto a Rajoy por la calle. Pero igual pasa con F González, el otro gran capo de la política española. Por muy retirado que esté, F González se permite amenazas, boicots  disimulados y otros no tanto, y consejos que no se pueden rechazar. El tercer capo en discordia es Aznar, que basa su parcial jefatura y amplia yettatura, en sus conexiones con sectas de  clubes pensadores, adscritos a la órbita multinacional ¿Esconde algo Rajoy?¿Alguna mala compañía?

Rajoy compensa esto con una labia de capo Miñanco, que estuviera negociando un alijo de  puestos de trabajo falsos: como los eres andaluces (Capo le llamó Coscubiela, al que abroncó Villalobos, porque la había distraido de sus juegos de marcianitos). Eres falsos como los puestos de trabajo que ya prometió en la campaña electoral ¿Hay alguien que pueda creer a Rajoy a estas alturas? ¿Quién cree al gallego lobo feroz de ciudad?¿Quién puede ya creer, a estas alturas, a sus turiferarios enborronacuartillas?

Varios opositores  (aunque cueste incluir a Sánchez entre ellos, después de todos los acuerdos y firmas  en los que ha estado prietas las filas con Rajoy) le achacaron estar en su agujero hobitt. Sanchez le tiró a la cara que él era un político limpio (cuestion dudosa por muchos conceptos y noticias que tenemos ya de él), no como Rajoy. Desde luego su currículum no llega a parvulito en guarrerías, en suciedad o en gansterismo personal, al que tiene Rajoy. Aunque si se descuida, puede ir en camino de emularle. Pero de entrada a Sánchez le han elegido en unas primarias, y a Rajoy el dedo de Aznar. Que era el dedo del dedo de Fraga.

La cosa es que le tiraron a la cara al presidente, el que estuviera (que esté) fuera de la realidad. Y entonces Rajoy se sacó de la manga otro párrafo del inicio del famoso libro de Tolkien. Aquel con el que el libro empieza:

“Esta es una historia  de hace mucho tiempo, en que los lenguajes eran muy diferentes a los de hoy. Y se escribían en incisiones en las piedras, o cortes en la madera o el metal”.

Rajoy tiene, en otro aparte de su entraña, de su esenca vital, ese extraño lenguaje de los pueblos antiguos,  que consiste en  contarte un cuento cuando tu le haces una pregunta directa. O contestarte, con el misterio  sospechoso del silencio. Varia veces le dijeron que hablase de Bárcenas, y solo hubo silencio. Varias veces le echaron en cara que no vivía en la calle (repito que yo no le he visto nunca, salvo haciendo  ese trekking  o marcha atlética  a ciegas de las fotos, que parece una huida hacia delante). Y él contesto con su habitual originalidad, contándonos una historia de hace mucho tiempo, donde hubo una vez un mouro hobitt, que vivía en un agujero del suelo. Nació en Santiago de Compostela y nos contó todas la peripecias de su familia, pasando por Asturias, León y Piedrahita ¿Quería Rajoy convencernos de que es humano, y no un robot, un andarin androide o un marciano? Seguramente, aunque para algunos, Mariano ha ido aparentando por la vida que era el menos interesado de los presidenciables en ser presidente, él debía sentirse tal desde Santiago de Compostela. En aquellos tiempos tan antiguos. Quizá por una especie de superioridad de raigambre céltico aria. Y poco a poco fue incluso  acercandose a convencer a los Pablo Casados, de que los que estaban fuera de la realidad eran Garzón y todos sus pequeños opositores. Opositores, a los que cualquier día  te encuentras por la calle. A pesar de que sepamos, si Rajoy no nos convence de lo contrario, que él vive en un palacio en Moncloa, y Garzon vive  alquilado en un piso de barrio tipo Vallecas. Y Rosa Diez le sacaba cartas de gente de facebook, que son las peticiones de oyente de hoy en día. Pero Rajoy seguía con que eso eran eslóganes de una soberbia como Diez. Una soberbia que se permite llamara Rajoy mentiroso, porque la gente en las redes se lo llama a alaridos. Pero para Rajoy las redes no son estadísticas. Las estadísticas, son las del CIS, las del PP o las del Confidencial.

Esas que no nos dicen que Rajoy lleva cuatro años pisando la calle de presidente del gobierno, ocho de ministro esencial de los gobiernos Aznar, y ocho de esa cosa ridícula en que consiste ser jefe de la ¿oposición? Y no se cuantos metido en política (él dice que desde los veintiseis). Los peperos, Rajoy y Gallardon, tienen vocación de aprobar oposiciones para acabar en la "leal o ileal" oposición. Pero cobrando minutas estratosféricas por su despacho, en una compatiblidad extravagante de lo registral con lo presidencial. No ser Monedero da para mucho. Dicen que para veinte millones de euros del ala, en el susodicho despacho ¿Se ha enterado Hacienda? Yo no me he enterado de si se ha enterado. Cuantos años de su vida, ha sido Rajoy ciudadano de a pie. O político con la vocación de ser tal ciudadano.

Pero a Mariano le deben pasar todos los días en directo los entrenamientos de Real Madrid, y eso es la calle para  él y para Florentino. Yo eso ya me lo conozco desde el primer gallego que vi reinar: "Esta es una historia de hace mucho tiempo, en la que había un agujero hobitt, no inmundo ni fétido, no arenoso ni hueco. Era un agujero espacioso que nos remitía la idea de comodidad. Y  las ideas de su dueño eran tan antiguas que se podían ver escritas en rajas y puntos, gráficos de líneas  en ángulo recto, sobre la piedra, madera o el metal. En idiomas tan antiguos que ya no son de uso común,  como las parábolas  o el silencio que envolvían lo irreal.”

Tres millones y medio de puestos de trabajo prometidos de 2011, a los que se sumen los tres millones prometidos ayer, suman seis millones y medio. Y un rescate a las espaldas, con los adjetivos elusivos y eufemisticios que se le quieran poner: res-ca-te . Bien claro se lo dijo la señora Diez. El 22% del  presupuesto anual se lleva pagar los intereses. Un agujerazo, mucho más que todos los agujeros negros del universo, y los agujeros hobbitts de todas las historias de la tierra Media.

Muchos melones por calar. Un lenguaje muy antiguo.

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