Federico,
“¿qué dicen sus hijos cuando le escuchan?”, le preguntaron a Jiménez Losantos en una entrevista,
hace tres años, en El Mundo. Su respuesta es de las frases que mejor define al
personaje: “Cuando alguno lo hace me dice: ‘¿Y no puedes decir eso de otra
manera?’. Yo le respondo: ‘Ya, e ibas a estudiar tú en una universidad
americana si lo digo de otra manera”.
Calumnia
tras calumnia, condena tras condena, Jiménez Losantos ha conseguido que su hijo
David Jiménez Torres, el ingenuo que le pedía otras maneras, no sólo haya
podido estudiar en Estados Unidos: ahora también completa su formación
universitaria en la exclusiva Cambridge, Inglaterra. Entre examen y examen,
Jiménez Torres escribe también una columna semanal para el diario online de su
progenitor, Libertad Digital. Su última entrega está dedicada a la crisis: “ A
mis amigos del insti (sic) no les contratan en ninguna parte, a mi padre le han
despedido después de quince años en la misma empresa, mi hermana y su novio se
habían comprado un piso pero no pueden pagar la hipoteca”.
Además de
universitario internacional, el hijo de Federico es también escritor, así que
habrá que tomarse lo del despido de su padre como una licencia poética. Sí,
Losantos lleva en la COPE sus buenos años, pero el liberal defensor del despido
libre no ha sufrido ningún ERE ni le han exigido una reducción del sueldo ni es
probable que sufra los problemas de los amigos del insti de su hijo para encontrar
quien le contrate. Los obispos sólo le han ofrecido un cambio de horario, de la
mañana a la noche. Ante tal provocación, Losantos ha decidido atrincherarse en
la emisora, y utilizar los micrófonos de la propia COPE para cargar contra sus
patrones, pues ya toca romper la baraja y pasarse, hecho una víctima de la
libertad de expresión, a esa nueva cadena de radio que prepara con Pedro J.
Ramírez. Su probable tocata y fuga no tiene nada que ver con ningún giro
ideológico o sentimental de la COPE. El estilo de la casa, que marcó en su
momento el difunto Antonio Herrero, seguirá siendo el mismo con Ignacio Villa a
los micrófonos: la crispación ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
A los
obispos no les ofenderían las cinco condenas por injurias que ya suma el
radiopredicador de no ser porque Losantos le ha birlado a la COPE una licencia
FM en Madrid para Unidad Liberal Radio: una alianza nueva y eterna entre El
Mundo y Libertad Digital, santificada por Esperanza Aguirre, que es quien
regala la licencia a una empresa que aún no emite ni música ambiental.
Con todo, los obispos tienen un consuelo. Los doctores que tiene la Iglesia no son los primeros en aprender, por las malas, los perjudiciales efectos secundarios que conlleva la cría de cuervos. El PP, que preside Mariano Rajoy, también ha probado esa misma medicina.
Con todo, los obispos tienen un consuelo. Los doctores que tiene la Iglesia no son los primeros en aprender, por las malas, los perjudiciales efectos secundarios que conlleva la cría de cuervos. El PP, que preside Mariano Rajoy, también ha probado esa misma medicina.
El episodio
que ahora tanto lamentan en la calle Génova sucedió en otoño de 2004. Libertad Digital S.A., la empresa
capitaneada por Losantos, hacía aguas. Después de casi cuatro años en la Red,
este diario online se encontraba en una situación crítica. La derrota del PP en
las elecciones de 2004 había mermado tanto sus ingresos como sus expectativas,
y el panorama que aparecía por delante no aparentaba ser mucho mejor.
El 9 de
septiembre de 2004, a la desesperada, la junta de accionistas de la compañía
decidió lanzar una ampliación de capital para intentar conseguir 5,34 millones
de euros con los que superar el bache. La empresa pretendía captar ese dinero a
través de lectores rumbosos, la oferta se presentaba más como una donación a la
causa que como una inversión con visos de convertirse en negocio. “La
ampliación de capital (…) comporta riesgos, pues a la excepcionalidad del medio
hay que sumar la posibilidad de pérdidas de ingresos futuros que podría
provocar nuestra defensa de un ideario liberal-conservador”, aseguraba Libertad
Digital en la
comunicación que presentó ante la CNMV: “No podemos dar garantías económicas de rentabilidad
futura del proyecto”.
Las acciones
en venta valían para bien poco, pues la empresa no cotizaba ni cotiza en bolsa,
por lo que eran después difíciles de vender. Tampoco aportaban control sobre el
proyecto, que sigue en manos de sus fundadores. Con todo, Jiménez Losantos
confiaba en que su indiscutible tirón popular serviría para recaudar el dinero
necesario entre sus fieles seguidores. No fue así.
Losantos
decidió entonces pasar al plan B. Durante el fin de semana del 23 al 24 de octubre de
2004, se reunió con dos de sus principales aliados en la derecha: Ángel Acebes,
entonces secretario general del PP, y la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre. Según explican fuentes del PP, Losantos quería que el
partido utilizase su influencia entre empresarios afines para ayudarle a
colocar lo mucho que quedaba por cubrir de la ampliación de capital. El plazo
era muy corto, apenas una semana. Ambos políticos le dieron su apoyo, pero
Aguirre argumentó que sería más eficaz si la petición de respaldo salía del PP
en Génova, y no del Gobierno de Madrid. Ángel Acebes se ocupó así de la tarea,
que gestionó junto con varias personas más del aparato del partido. Gracias a
la ayuda del PP, Losantos y su socio Alberto Recarte, presidente de Libertad
Digital y también consejero de Caja Madrid, lograron cerrar por los pelos la
ronda de generosos inversores. Libertad Digital, un medio que dice ser defensor
del pensamiento liberal, que reclama la no intervención de los gobiernos y los
partidos en la empresa privada, se salvaba así gracias al PP. El liberalismo
bien entendido empieza por uno mismo.
Pero la
historia no acaba ahí, el final es aún peor. En Génova aseguran que Mariano
Rajoy no se enteró de la operación ‘salvad al soldado Losantos’ hasta hace apenas
unos meses, que Acebes se lo ocultó. Para que encima Federico le llame siempre
maricomplejines.
Publicado en eldiario.es
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