Cada vez que un hombre
de Gran Empresa,
o una adalid neocon, platica de valores,
yo, sí, me echo a temblar.
Cada vez que un
político caduco, habla de volver
para salvar al país, yo me echo a temblar.
Cada vez que un obispo muy fondón,
o cada vez que un Papa seudoprogre,
o cada vez que un Papa seudoprogre,
habla de generosidad, yo, sí, me echo a temblar.
Cada vez que un icono sportivo de
la cultura política,
o de la política
cultural,
nos dice que todos somos algo o alguien,
yo, sí, me echo a temblar.
Cada vez que un columnista
alumbrado
por los grandes valores
publicanos,
nos echa la bronca
desde su púlpito
bronceado con laca de
boñiga,
yo me tapo la nariz y me meto en la ducha.
Y tiemblo de frío al salir,
porque siempre es invierno
si estás mojado y desnudo entre palabras de
prohombres que te congelan la sangre.
Y tiemblo de frío al salir,
porque siempre es invierno
si estás mojado y desnudo entre palabras de
prohombres que te congelan la sangre.
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